miércoles, 28 de diciembre de 2011

Sálvame


Sálvame del aburrimiento, sálvame del hastío, entretenme con tu triste circo de bufones diabólicos y payasas demacradas. Dame un ticket para el barco de Caronte que me lleve hacia vuestro Hades de vulgaridad y envidia.

Sálvame de mis complejos, de mi baja autoestima, al mostrarme cómo a X famosa su novio le ha puesto los cuernos, cómo la habéis pillado en bikini,  mostrando que tiene cuerpo de mortal y no de diosa. Y déjame soñar por un momento que soy feliz con mi matrimonio y que yo, en realidad, no estoy tan gorda como ella...

Sálvame de ser alguien los miércoles después de comer, de tener aquella brillante idea que me haga salir del aburrimiento y la mediocridad. Sálvame del espíritu crítico y del pensamiento propio. 

Sálvame de apretar el botón para apagar la tele, de desconectar ese enchufe que me mantiene, vía intravenosa, enganchada a la droga que me suministráis, la que me hace sentirme bien con las desgracias de los demás.

Sálvame de tener una vida. Sálvame.

domingo, 18 de diciembre de 2011

El fin del mundo


¡Mírala! Es nuestra tierra. Gorda, fresca y hermosa. Como una lechuga. Pero no te engañes: el invierno llegará, y no hay invierno que indulte una lechuga.

Para ti, insignificante humano, la tierra yace majestuosa en medio de la oscuridad, como un zafiro azul, vestida con sus océanos, que a ti se te antojan inmensos. Cuyos primeros descubridores navegaron, pensando que su fin era el abismo. Pero nuestra tierra no es más que un charco en el Universo. Y los charcos, tras la lluvia, se secan.

El 21 de diciembre de 2012 será el fin del mundo. Ese día, el sol saldrá, los aviones despegarán, los trabajadores apagarán, gruñendo, sus despertadores por la mañana. Los noticiarios comentarán el suceso con una cierta levedad. Los miembros de alguna secta extraña se suicidarán en masa.

Los niños correrán en el patio del colegio, los abuelos jugarán a las cartas, los enamorados se entregarán al amor, pues el tiempo huye de entre sus manos. Los indigentes seguirán en la calle, los inocentes, en la prisión, los delincuentes en el gobierno. Los músicos seguirán tocando, como siguió tocando la banda del Titanic hasta el mismo momento en que se hundió y sus músicos murieron ahogados.

Todos tendrán en sus mentes a aquel hombre indígena del pueblo maya, que alguna noche en el templo, descubrió, temblando, con sus cálculos; que la naturaleza, como una canción, tenía un ritmo. Unos ciclos. Una estrofa y un estribillo. A esta canción la llamó calendario. Y el 21 de diciembre de 2012 será su último acorde.

¿Asomará el Sol su cabeza, por primera vez, en alguna remota isla del Pacífico el día 22 de diciembre? Es posible. Por qué no. No viola las leyes de la física, ni los principios de la ciencia. Pero, igualmente, el día 21 será el fin del mundo. Al igual que todos los días desde que la Tierra nació, fruto de una explosión cósmica. Porque, cada 24 horas que pasan, el mundo se acaba un poco. Y si aún sigue girando es por el capricho de algún dios. Pero no puede escapar de su destino.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Youth of the Nation




Hola, somos los jóvenes de la nación. Unos, españoles, otros extranjeros. Mujeres y hombres, blancos y negros. Unos estudian, otros trabajan y a una gran parte no le queréis dar la oportunidad de entrar en el mercado laboral. Unos no llegamos a los 15 años, otros tenemos más de 30.

A nosotros os dirigís, hipócritas, en vuestros discursos, como que somos el futuro y la fuerza de la nación. Como que somos la semilla de una planta fresca y sana, que después rasgáis y pisoteáis a vuestro antojo. Somos nosotros aquellos a los que despreciáis y desacreditáis, aquellos a los que creéis tan ingenuos y atontados viendo la televisión que podéis introducir las ideas que queráis en nuestra mente. Hacer que dejemos de ser dueños de nosotros mismos.

Somos aquellos a los que tratáis de convencer de que para ser felices hemos de consumir desaforadamente, tener más, para demostrar que somos superiores al resto de los mortales.

Nos conmináis a fagocitarnos los unos a los otros, a aplastar al compañero, a abandonar todo lo que somos y todo por lo que hemos luchado, en pos del éxito profesional, el pilar principal en nuestra vida. Hemos de ser trabajadores motivados y eficientes y vivir por y para nuestra empresa, la cual no nos pagará ni la mitad del salario con el que podamos vivir dignamente.Nos condenáis a "ser felices", eso sí, a vuestra manera. Porque aquí, al que no lo es, le colgáis la etiqueta de "fracasado".

Nos invitáis, bajo populistas campañas políticas, a jugar a vuestro juego, a entrar a vuestro sistema. Como si de una secta se tratara, a despreciar al que no entra. Nos metéis en una sala oscura y nos proyectáis vuestra película; nos inyectáis vuestros conceptos de felicidad, éxito, amor y vida. Y después, al abandonar la caverna, la realidad es cruda, el sol nos ciega. Así que ahora nuestros ojos están cerrados.

Temed el momento en que les abramos.